“Tengo todo el amor y la disposición para apoyar a mi hija”, dijo el joven papá, durante la audiencia en la que su ex pareja le cedió el cuido y crianza de la niña.

“Tener conmigo a la niña es el mejor regalo que he recibido en este mes del padre”, dijo el pasado 28 de junio el joven papá, de 30 años, al salir de la audiencia en que voluntariamente su ex pareja accedió a cederle el cuido y crianza de la infante.

Siendo pareja, demandado y demandada procrearon dos niñas, pero al separarse, la hija mayor que entonces tenía siete años, decidió quedarse viviendo con su papá, mientras que a la menor de cuatro años, su madre se la llevó con ella al nuevo hogar que había formado.

A finales del año pasado, el progenitor demandó el cuido y crianza de la menor, al enterarse de que en el entorno materno, su desarrollo, seguridad e integridad física y psicológica corría peligro. La jueza noveno de distrito de Familia, doctora María de los Ángeles Soza, ordenó una valoración psicosocial a ambos progenitores para determinar cuál era el idóneo para criar a la niña.

“Desde que nos dejamos no volví a hablarle a la niña de su papá; no fue correcto, (ahora) no puedo dedicar el tiempo que la niña necesita porque trabajo y tengo otra niña pequeña que demanda más atención; va atrasada en sus estudios; aunque me duela lo mejor es que viva con el papá, él es responsable y trabajador, (a ambas niñas) no les haría falta nada”, admitió la mujer.

La demandada también reconoció que quien la apoyó para que ella aprendiera el oficio que actualmente ejerce en una sala de belleza, fue el padre de sus hijas al que describió como responsable, hogareño y trabajador. A pesar de todo eso, por 18 meses bloqueó todo contacto entre la infante y su progenitor (incluida la comunicación por teléfono celular), según dijo el demandante.

La jueza noveno de distrito de Familia, Dra. María de los Ángeles Soza, declaró la clausura anticipada del proceso después que, en consenso, las partes resolvieron el conflicto.

Indignante
Para recabar información en el lugar donde la niña habita con su madre, la trabajadora social del Consejo Técnico Asesor (CTA), licenciada Claritza Alvarez Huete, tuvo que visitar el lugar en dos ocasiones, porque “para evitar problemas” el vecindario se negaba a hablar y la  pareja de la demandada intentó aportar información falsa.

Finalmente los vecinos decidieron colaborar y aseguraron que la niña estaba en riesgo porque no está escolarizada; no la envían a clases; la mandan a hacer mandados a cualquier hora del día, incluso cuando el sol está bien fuerte; además, la hermana y la madre del padrastro le dan maltrato físico y la llaman “burra”.

Por si fuera poco, la hija mayor del demandante relató a la psicóloga Eynar Fuentes Toruño, que el actual compañero de su mamá un día castigó a su hermanita con un chilillo, sólo porque se subió a una ventana, razón por la que ella no quiso volver a visitar a su progenitora.

En el caso de la niña de seis años, el CTA estableció que (accidentalmente) a los dos años ingirió gas, que en la actualidad presenta desfase en su aprendizaje y no conoce los números ni las vocales.

A la psicóloga, la infante le dijo que en la casa de su mamá nadie la regaña ni la castiga porque se porta bien, pero agregó que su mamá le advirtió que cuando le preguntaran, dijera que no le pegan; que su padrastro no toma (licor); que salen a pasear y que no quiere ir donde su papá (biológico).

De acuerdo con la experta en psicología, en la prueba gráfica la niña proyecta ansiedad, carencia afectiva; omite al padre y la hermana, pero además muestra distanciamiento afectivo y poca comunicación con el núcleo familiar en el que vive; además, hay poca interacción madre-hija, poca recreación y mucha carencia de afecto y relación familiar.

En la audiencia de vista, la demandada decidió poner punto final al conflicto, accediendo a ceder el cuido y crianza de la niña al progenitor y relacionarse con sus hijas todos los domingos de nueve de la mañana a cuatro de la tarde, los días festivos y en vacaciones de Semana Santa y fin de año.

También se comprometió a entregar una pensión del 33.33 por ciento de sus ingresos ordinarios los días 17 de cada mes, asumir el 50 por ciento de los gastos de sus hijas cuando haya que hacer gastos en salud y educación cuando se acuda al servicio privado, y entregar una vestimenta completa y calzado dos veces al año, todo valorado en mil córdobas netos por cada una.