Entre otros hallazgos, la monografía determinó que en el ejercicio de la guarda de sus hijos, los papás se sienten “alegres” y “privilegiados”, pero además detectó la necesidad de crear una oficina adscrita al Tribunal de Familia que dé seguimiento a los asuntos familiares ordenados por la autoridad judicial, lo que hasta la fecha no ocurre.

Asimismo, que los padres hagan valer los derechos de sus hijos e hijas reclamando la pensión de alimento ordenada a la madre por la jueza de Familia, según la Ley de Alimentos, y que sean los progenitores quienes asuman y garanticen a sus vástagos información y educación correcta y adecuada sobre sexualidad.

“Establecimos que en ninguno de los siete casos las madres de los niños y niños entrega la pensión y el hombre no la reclama porque tiene arraigada la idea de que el rol de  proveedores les corresponde solo a ellos”, dijeron las licencias Álvarez y Medina.

Control de calidad necesario
La comisión de seguimiento que las trabajadoras sociales recomiendan crear tendría como función comprobar si se están cumpliendo las recomendaciones que la autoridad judicial dictó; si la atención que el padre brinda al hijo es de calidad; si se satisfacen sus necesidades básicas; si se está cumpliendo la relación con la madre y si ésta entrega la pensión de alimentos.

A los padres que están asumiendo la crianza de sus hijos por mandato judicial se les entrevistó acerca de temas como el significado de ser hombre, padre, guardador de un hijo o hija; qué valores les transmiten, cómo demuestran su afecto, de qué manera ejercen su autoridad y cómo valoran el ejercicio de la responsabilidad asumida, entre otras cosas.

Los papás objeto de estudio fueron hombres con edades entre 29 y 70 años de edad, cuatro de ellos en estado de soltería, uno casado y dos en unión de hecho “libre”, con nivel de escolaridad de secundaria e ingresos de entre cuatro y 25 mil córdobas.

De acuerdo con las autoras de la tesis, estos siete hombres están asumiendo su responsabilidad, misma que no la determina el género sino la mentalidad con que ellos fueron formados.

Las trabajadoras sociales enfatizaron que desde que asumieron el cuido de sus hijos, los papás empezaron a  modificar la mentalidad machista que abrigaban, pues antes creían que ser padre sólo era ser proveedor. “Ahora saben que también es dar amor, cuidado y estar pendiente de la escuela  de sus hijos, entre otras cosas”, señalaron.

Herencia machista
“Uno de ellos me dijo que se dio cuenta de los errores que cometió como padre y por eso decidió cambiar, pues ya le habían dicho que él no era amoroso; recordó que desde niño su papá le inculcó que los hombres no lloran ni muestran sus sentimientos porque eso es signo de debilidad”, explicó Medina.
Consultado sobre qué era para él la paternidad, un entrevistado dijo: “la paternidad es abrazar a mi hijo, que sienta amor”.

Medina y Álvarez entrevistaron a tres niños y tres niñas y establecieron que en su crianza los padres se auxilian de “redes de apoyo como maestros, abuelas, hermanas e hijas mayores, a quienes les dejan la responsabilidad de hablarles de sexo”.

La doctora María José Arauz Henríquez, jueza primero de Familia de Managua, saludó el esfuerzo investigativo de las trabajadoras sociales y agradeció el hecho de haber compartido los resultados entregándoles una copia del texto.