Los 16 años de trabajo frente a las máquinas de escribir y las computadoras enfermaron las manos de Sandra María Guevara, pero no sus objetivos por desempeñar cada vez mejor su trabajo

El nombramiento de Guevara fue recibido por quienes le conocen como un reconocimiento a su disciplina y entereza, cualidades demostradas a lo largo de su vida laboral y particularmente en los últimos tiempos, cuando enfrentó y se sobrepuso al síndrome del túnel carpiano y el cáncer de mamas.

Pedagoga y abogada, Guevara llegó al Poder Judicial hace 16 años, tiempo durante el cual ha entregado sus conocimientos y capacidades a la justicia en la materia penal, civil y en los últimos tres años, de Familia.

En el año 2013, Guevara concursó para defensora pública junto a un centenar de aspirantes más y logró calificaciones en los primeros cinco lugares.

Tres años después, a sus manos llegó el Acuerdo 93 del 21 de septiembre de 2016, en el que se le ordena rendir promesa de ley y tomar posesión del cargo ante el presidente del Tribunal de Apelaciones de Managua, doctor Gerardo Rodriguez Olivas.

“Sólo estaba en la banca (de espera)”, dijo con una sonrisa en los labios, tras lo cual aseguró que el nombramiento se lo ha ganado con creces y por eso, “nadie puede imaginar cómo disfruto retirar mi  salario”.

Gracias a la vida

La recién nombrada defensora pública, Sandra María Guevara, aseguró que los 3 años de experiencia en el Tribunal de Familia aumentaron su caudal de conocimientos y el estar viva la hace sentir realizada

Estoy súper agradecida con Dios por la oportunidad que me presentó  y solo le pido que me permita disfrutar y desempeñar esta promoción”, expresó.

Entre sus reflexiones antes de abandonar el Tribunal de Familia, está el reconocimiento a la jueza Tercero de Distrito de Familia, doctora Xiomara Rivera, de quien dice es la mejor jefa que ha tenido en su vida, pues sin dejar de ser exigente, derrocha humanismo,  solidaridad y respeto por los demás.

“En cuanto supo que yo iba al concurso de defensores públicos me dio  su respaldo, me empujó a ir hacia adelante y se puso a la orden para proveerme de bibliografía, tiempo y todo lo que necesitara para llegar hasta el final”, recordó Guevara, quien tampoco olvida que siempre estuvo pendiente de su salud y la animó a no desfallecer pese a lo doloroso de las terapias.

“Me encanta mi trabajo, el sentirme útil me llena; abrir los ojos y sentir que estoy viva y que cada día es un reto y un regalo, me impulsa a trabajar mejor; a mí me tienen que correr de la oficina porque no me gusta irme a mi casa sabiendo que tengo cosas pendientes que hacer”, explicó.